Resulta difícil precisar con exactitud cuando dan comienzo, pues si varias consideraciones harían creer el origen de los Juegos se remonta a las manifestaciones de culto a Zeus (Júpiter), padre de todos los dioses en la mitología griega, la tradición ve en Hércules al organizador de las competiciones.
Los Juegos se celebraban cada 4 años (período de tiempo al que se denominó Olimpiada). Mensajeros recorrían las diferentes regiones de Grecia (La Hélade) anunciando Los Juegos y con ellos el cese de las hostilidades entre las ciudades helénicas, considerándose una tregua en toda regla.
A partir del año 776 a.C. y cada 4 años los habitantes de las diversas ciudades de Grecia sentían la esperanzada ilusión de que entre los diversos atletas que iban a competir en Olimpia hubiera alguno de sus conciudadanos que se proclamase campeón.
En los Juegos Olímpicos de la antigüedad que comenzaron hace algo más de tres mil años, los premios que recibían los campeones de las olimpiadas consistían en una corona de olivo, cortada previamente con un cuchillo de oro en las manos de un niño de 12 años cuyos padres aún vivieran.
Además los vencedores eran proclamados héroes en sus ciudades, en las cuales se practicaba un hueco en la muralla por donde entraba el atleta a su regreso de «Olimpia» y que después se cerraba para que su triunfo se quedara siempre dentro de la ciudad, pero eso no era todo, sus conciudadanos se sentían obligados con el vencedor, su alimentación corría cargo de sus ciudades durante toda su vida.
Estas tradiciones estaban tan arraigadas en Grecia que 1500 años después, en 1896 cuando gracias al empuje del Varón Pierre de Coubertín se restauraron los Juegos Olímpicos en su lugar de origen (Grecia), S. Louis, vencedor de la maratón de aquel año y por supuesto griego de nacimiento, recibía como premio a su importante victoria, la corona de olivo, la medalla conmemorativa, un vestuario completo, un servicio de afeitar y 900 kg de chocolate, además el barbero y el limpia botas de su pueblo ofrecieron gratis sus servicios a Spirioión durante el resto de su vida.
Naturalmente el agasajo a los triunfadores es una parcela importante, pero quizás el mayor premio que recibían los habitantes de Grecia era la «Ekecheiría» o tregua sagrada, por la cual los diferentes gobernantes se comprometían a la suspensión de todo tipo de actividad guerrera mientras durasen los Juegos. La paz y el hermanamiento entre los pueblos es quizás el legado más importante que transmite la antigua historia de los Juegos Olímpicos.
SÉNECA.
Fuentes bibliográficas
Historia cultural del deporte, Richard D. Mandell, 1984 Columbia University press.
New York, U.S.A.; Guilford, surrey como saber todo sobre deportes Hans-Jürgen Winkler Berlín, Alemania 1973.
