Entre los días 12 a 24 de junio de 1894 se desarrolló en la universidad parisina de La Sorbona, el congreso Internacional Atlético de Paris, convocado por Pierre de Coubertín. El 23 de junio, los setenta y nueve delegados representantes de cuarenta y nueve organizaciones deportivas pertenecientes a catorce países votaron por unanimidad el restablecimiento de los Juegos Olímpicos.
El ambiente intelectual de una prestigiosa universidad es pues, la sede originaria del moderno olimpismo. Se crea el Comité Olímpico Internacional como órgano dirigente y organizativo, y se adjudican los juegos de la I Olimpiada Moderna a la ciudad de Atenas, como resultado de ser Grecia el escenario del movimiento y desarrollo de estos primeros juegos históricos. Se elige presidente del Comité Olímpico Internacional al griego Demetrios Bikelas y Coubertain se reserva el cargo de secretario general.
Los Juegos de Atenas presentaron agudos problemas de organización ante la inexistencia de otros Juegos anteriores o próximos de los que extraer experiencias como ahora ocurre. Las discusiones políticas sobre la celebración o no de los Juegos, suscitadas por los dos partidos mayoritarios y que llegaron a ser muy graves, fueron despejados por Coubertain que con exquisito tacto y hábil diplomacia, ganó para su causa a la familia Real Griega.
Una emisión de sellos (la primera de carácter deportivo) y diversas aportaciones voluntarias sirvieron para financiar los primeros gastos. Un acaudalado comerciante griego, residente en Alejandría, de nombre Georges Averof, donó la fabulosa cifra de un millón de dracmas, destinada a la construcción del Estadio Olímpico, todo de mármol blanco, extraído éste de las canteras del Monte Pentélico, el mismo que proporcionó los materiales con que veinticuatro siglos antes se erigió la maravilla arquitectónica de «El Partenón».
El 6 de abril de 189, el Rey Jorge I inauguró los Juegos, ante el entusiasmo de 70.000 personas que abarrotaban el estadio. Tomaron parte en las competiciones 311 atletas correspondientes a 11 países de los cuales 230 era griegos…no hay ninguna mujer. Los mocetones americanos, algunos de los cuales se inscribieron en los Juegos como consecuencia de estar de vacaciones en Grecia, coparon la mayor parte de las pruebas ante el desencanto del público asistente.
Pero el humilde atleta griego Spiridon Louis devolverá con creces la ilusión a sus paisanos cuando entra vencedor en la carrera de la maratón, que fue incluida en el programa a instancias del historiador Michel Breal, intentando rememorar la gesta del hóplita que recorrió la distancia existente entre los llanos de Maratón y Atenas, para anunciar a los temerosos y atribulados ciudadanos atenienses, la aplastante victoria obtenida sobre los persas (las guerras médicas), falleciendo de cansancio y agotamiento después de haber comunicado con la famosa frase: «hemos ganado, la buena nueva».
Espiridón Louis, antiguo pastor en la infancia y después albañil, panadero y cartero, se inscribió para participar en la maratón «por el honor de Grecia», pasando la víspera de la prueba en «piadosa vigilia», orando ante los iconos. Los Juegos Olímpicos de Atenas en conjunto fueron un éxito y trajeron junto con su frescura innovadora, una llamada a la ilusión de cara al futuro.
SÉNECA.
Bibliografía
Jorge Hegedus apuntes de la I Olimpiada «Atenas 1896». Buenos Aires, Editorial Stadium 1971.